Vladimir Volegov |
Cuando sonríes,
los goces furtivos,
las noches de insomnio,
los leves silencios y la risa loca,
se adhieren al labio como un beso que huye.
Desde tus ojos
resbala tu infancia como un día de lluvia,
y esa impertinente voluntad de ser,
que no parpadea.
Luego, muerdes la tristeza como una manzana,
y apenas la acabas,
te llenas la boca con una sonrisa,
que es todo un tratado de melancolía.
Clotilde Tambroni
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