Cuando la pena amanezca
-y amanecerá-
da la mano a la aurora
que se arrodilla,
elévate con ella
hasta la luz que te fascina.
Cuando muera la soledad
-y morirá-
abre las puertas del corazón,
prisionero en tules cenicientos,
deja que el aire penetre
y enjugue la penumbra de tus arterias.
Cuando la añoranza pise los andenes,
-y los pisará-
empújala a tomar
el primer vagón que pase,
así la traslade al páramo
donde la melancolía siembra lápidas
y da la espalda a esa lóbrega
estación donde vagaste.
Cuando la pasión llegue
-y llegará-
muéstrale los pliegues de tu vientre,
la cal que tus negrores cicatriza,
la fiebre de los sentidos laureados.
Dile que te ceda sus alas…
y ven.
Ven con tus plumas de dicha asoleada,
hasta el sencillo cielo de mis brazos.
©Trini Reina
Abril 2009
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