Fue ella quien se metió
tan suave
en mi cabeza
que yo no supe cuándo
dejé de ser yo misma.
Fue ella
quien me vertió su néctar
en los ojos
para que en mi ceguera
sólo hubiera una imagen.
Ella fue
despeinada y rebelde
la que torció mis pasos
hacia el camino único
que marcaba su huella.
Su huella
que mientras avanzaba
iba borrando todo
el principio
y el fin.
Odette Alonso
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