Todos necesitamos alguna vez un cómplice,
alguien que nos ayude a usar el corazón.
Que nos espere ufano en los viejos desvanes,
que desnude el pasado y desarme el dolor .
Prodigioso / sencillo / dueño de su silencio.
Alguien que esté en el barrio donde nacimos o
que por lo menos cargue nuestros remordimientos
hasta que la conciencia nos cuelgue su perdón.
Cómplice del trasmundo nos defiende del mundo,
del sablazo del rayo y las llamas del sol.
Todos necesitamos alguna vez un cómplice,
alguien que nos ayude a usar el corazón.
Mario Benedetti
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